En este blog encontrareis algunos pensamientos y experiencias de una cooperante en Karis, una pequeña comunidad del nordeste de Haiti con un gran sueño de futuro. Os invito a leer los apartados de "SKDK Y KARIS" y "MOTIVACIONES" para situaros en contexto.

jueves, 23 de septiembre de 2010

Imágenes de Port au Prince

Imágenes veloces y desenfocadas de Port au Prince, tomadas en equilibrio inestable desde un "taptap", camioneta o moto-taxi.






 

martes, 21 de septiembre de 2010

Port au Prince, punto y seguido

Al llegar a Port au Prince me invade el desconcierto. Siete meses después del terremoto montones de ruinas por todas partes i edificios en contusiones plásticas como hechos de plastilina, otros doblados como acordeones, tres pisos que se convirtieron en uno solo, y la vida sigue imparable en la capital de Haití! Los haitianos no pueden estar quietos, el instinto de supervivencia se impone, y la capacidad de adaptación ha caracterizado este pueblo a lo largo de su historia. Allí donde quedan un par de paredes de pie y un techo, se ha instalado una familia. En lo alto de los edificios caídos han montado tiendas de campaña, y sobre los montones de ruinas aparecen los chiringuitos que venden de todo. Personas caminando tranquilamente por la acera pasando a tocar de montones de hormigón e hierros en equilibrio inestable, y comercios funcionando en planta baja debajo de dos pisos derruidos. El gris de las ruinas camuflado por los coloridos montones de basuras, plásticos de todos los colores que poco antes se exponían en en los estantes y esteras de los vendedores informales que ocupan toda la vía pública, motor de base de la economía nacional.
Y así la ciudad es colonizada de nuevo. La vida se apodera del espacio y la actividad incesante impide pensar. Los campamentos se han convertido en asentamientos. Grandes extensiones de tiendas de campaña y barracas cubren las superfícies de plazas y rincones, creando una crosta que mal esconde la herida, todas las personas que estan viviendo sin higiene ni privacidad en el duro asfalto de Port au Prince. Y en la otra acera la placa de una conocida ONG en la reja de una de las mansiones alquiladas a precios que rondan los 1.500 US$ mensuales.
Todos conviven en Port au Prince, los ricos, los pobres, las ratas, la porquería, y ahora también los restos del terremoto. Y cada cual hace su vida sin preocuperse por los otros, sin mirar qué pisan, sin hacerse muchas preguntas.
La nueva postal de Haití es la imagen del Palacio Nacional, medio derruído, que nadie ha tocado todavía.